En 1942, ya éramos reconocidos por el gobierno del Reino Unido como el único emisor de normas del país y estábamos en camino de convertirnos en defensores de los consumidores en la Gran Bretaña de la posguerra. Publicamos normas para respaldar la calidad de los cinturones de seguridad, los cascos de motocicleta y los muebles.
Invitamos a los propios consumidores a influir en la elaboración de normas, a través del Comité Asesor de Mujeres (precursor de la actual Red de Consumidores y de Interés Público), y aparecieron las raíces de nuestro compromiso con la sostenibilidad, con nuestras orientaciones sobre contaminación atmosférica y energía nuclear.